miércoles, 24 de febrero de 2010

Blog caníbal

Después de considerar comernos a Borges y visto que este blog se está volviendo antropofágico, me puse a reflexionar y llegué a la conclusión de que la patrifagia, si tal palabra existe, es metafóricamente una de las actividades preferidas de los escritores, que se comen sistemáticamente a sus padres ilustres.

Todos comemos de alguien y algunos talentosos tienen la suerte de expulsar alguna cosa buena, de consistencia novedosa y de valor.

Como estas metáforas me están empezando a dar asco, sólo quiero decir que me emociona profundamente la llegada de este nuevo libro a la vida literaria:


Pride and Prejudice and Zombies



No puedo imaginarme cómo Orgullo y Prejuicio puede combinar con zombies comedores de cerebros, pero aunque los muertos vivos siempre me dieron miedo, me gustaría mucho leerla. Más que nada porque soy una consumidora voraz de todo lo que tenga que ver con Jane Austen: desde las brillantes adaptaciones de la BBC con guiones de Andrew Davies, las no tan brillantes de ITV (excepto Lost in Austen que es fantástica!), las chotas películas con Keira Nightley, las versiones Hollywood como Clueless o la (mucho peor) The Jane Austen Book Club, las versiones Bollywood hasta bueno, ésta con zombies.

Si alguien quiere regalarmela, la venden en KEL a 71 pesos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Una prueba más de la heterogeneidad constitutiva de este blog

(Y si tuviera un twitter tal vez lo pondría ahí)

Leo: "Lo cierto es que Borges estaba delicado de salud; tenía cáncer de hígado y en enero fue hospitalizado durante 22 días". Siento instantáneas y grotescas ganas de comer galletitas con paté.
Soy un monstruo.

sábado, 13 de febrero de 2010

Regalo de San Valentín

Reflexión rimada sobre la incidencia de los medios audiovisuales en nuestro comportamiento sexual


Siento que una cosa es verdadera:
la gente sin televisor
hacía el amor
de otra manera



Foto: 9gag.com

miércoles, 3 de febrero de 2010

Toilet Trauma

En una escena de su fantástica novela Estupor y temblores, Amélie Nothomb cuenta cómo recibe miradas de puro odio de su jefa japonesa cuando, con su sentido común occidental, ella la sigue para consolarla durante un ataque de llanto, y la ve sonándose la nariz.

La mujer japonesa, aun hoy, no se deja ver ni oír emitiendo fluido corporal alguno. Tal es el temor de las mujeres a ser sorprendidas por otro ser vivo en algún acto fisiológico (llorar?!) que la mente nipona ha inventado uno de los artefactos más ingeniosos pensados exclusivamente para la paranoia de la dama:





Otohime: un aparatito que al apretar el botón hace el mismo ruido del botón del inodoro. Porque aparentemente durante la estadía en el toilette las chicas para tapar cualquier ruido vergonzante apretaban tanto el botón que se producía un gasto enorme de agua. En los baños privados y públicos de Japón, según se cuenta, hay de estos aparatos con sonidos a elección: música, lluvia, olas de mar, etcétera.
La diferencia con el aparatito éste es que es portátil y sirve para llevar a lugares en los que tal vez no haya uno instalado en la pared (cuando viajan, supongo).

Yo pienso comprarme uno cuando vaya a Japón, y ya estuve pensando que además de la función original vendría muy bien usarlo en reuniones de amigos cuando alguien cuente un chiste muy malo o apretarlo al azar mientras hablamos por teléfono para un efecto sorpresa.