martes, 20 de abril de 2010

similia similibus curantur













Hace unos días fui a una homeópata por primera vez, buscando la cura a la alergia.
En la sala de espera colgaban títulos en ruso, y otros de la UBA. La gente, muy mayor, que también esperaba no parecía la viva imagen de la salud, y dentro mío la chispa de escepticismo se empezó a agrandar. "La gente sana no va al doctor" -Pensé.
Cuando la doctora me hizo pasar, me indicó que me sentara en un sillón grande de cuero verde mientras ella se acomodaba enfrente mío con una hoja que iba llenando de datos sobre mí.
"¿A qué huele tu sudor?" -Me preguntó. "A sudor" - Dije yo. "¿A chivo?"- Se impacientó ella con acento ruso. Me reí.
Cuando me estaba auscultando me acordé de lo que había leido sobre homeopatía en Wikipedia y del viejo chino misterioso al que una vez fui a acupunturarme, y sentí llegar un ataque de risa que luché con todas mis fuerzas por contener. Seguro se dio cuenta. Me recetó un remedio hecho de bichitos de mar, de caparazón dura e interior blandito, porque dijo, así le parecía que era yo.
"No sé cómo funciona esto..." Le dije, esperando que me explicara algo que yo no hubiera leido en Internet, algo que me hiciera creer que voy a curarme comiento las bolitas de azúcar. "Quiero creer" le hubiera dicho, levantando el puño, y rasgandome un poco la camisa, si me hubiera animado. Quiero creer que voy a curarme tomando un poco de eso que me hace mal, como los que creen que es posible curarse hablando de lo que les provoca angustia. Estamos todos cansados de atacar el síntoma. Así que ¡vengan esos globulitos! Que lo similar cure lo similar, y el bichito marino haga su magia sobre mí, que soy su semejante.

Empieza la Feria del Libro, irónica... Grrr