jueves, 29 de noviembre de 2007

trascendentalista, abolicionista, feminista

Hoy cumpliría años Louisa May Alcott, la autora de Mujercitas.

Descubrí en Wikipedia que su familia era amiga de Emerson y Thoreau (quién lo hubiera dicho)

Lo más interesante para mí de Mujercitas es que cuando lo leí, a los once años, el casamiento de Laurie con Amy me resultó profundamente indignante, y la decisión de Jo, incomprensible, me dejó muy desilusionada.
Varios años después, en nochebuena y después de la sidra, encontré la película de 1949 en un canal de cable, con Elizabeth Taylor como Amy (teñida o con peluca rubia, y al menos diez años más que su personaje). Esta vez me quedó mucho más claro que Jo no era ninguna tonta, y en cambio que Laurie era un cretino, y Amy una infeliz.
Crecer, entre otras cosas, es para mí entender cómo una chica puede elegir al profesor en lugar de al vecino simpático.


PS: Para Napoleona, que interpretó a Laurie en un acto escolar, cuando faltaban varones y todas, todas querían ser Jo...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Jane (3)

Jane Gallagher
Estoy en el cine. Se supone que esto es una comedia, pero nadie se ríe, sólo nosotros. Lo quiero más porque se ríe al mismo tiempo que yo. No puedo seguir con atención el argumento, porque él me da la mano. Cuando termine la película y me pregunte qué me pareció voy a tener que mentir. No sé qué me pareció, no tengo idea de qué se trataba, porque él me daba la mano.
Cada vez que le doy la mano a alguien pienso en ella, la chica que mejor daba la mano en todo el mundo. La mano no se movía, ni se quedaba quieta, ni transpiraba. Era perfecta.
Jane Bennett
Si lo miro tiene que darse cuenta. Es obvio que tiene que darse cuenta. ¿Es que no se da(n) cuenta de que no hablar no es lo mismo que no sentir? Mis amigas me decían que era fría. "Vas a encontrar a alguien frío, como vos". Creían, como muchos, que no decir nada era no tener nada para decir. Y pensaban que él iba a creerlo también. Algunas Jane(s) somos así, extrañas, no hablamos mucho mientras damos la mano.
Jane Eyre
Cada uno vive su propia novela de educación. No sé si está bien o mal querer estar siempre conciente, hacer siempre lo que creemos que está bien. (¿qué es bien?) Irse cuando es necesario, volver cuando la ausencia ya fue larga y suficiente. Volver a una casa quemada, y sin embargo quedarnos. Me gustaría tanto ser así de fuerte, así de valiente.

Querido diario

Este blog se acerca cada vez más al silencio. Un poco me molesta, porque me doy cuenta de que es el reflejo de la vida.
Y eso que yo siempre pensé que el silencio era mi destino. Mi sueño siempre fue escribir algo donde no sobrara ninguna palabra, ni faltara ninguna idea. No tener que decir nada, ¡y que me entendieran! ("te doy esto que escribí para que lo leas, pero ¡no me hagas preguntas!, ¡no me hagas preguntas!")
Odio y amo hablar. Odio y amo escribir. Querido Diario, no puedo decidirme por ninguno de los dos sentimientos, aunque a veces parece que mi elección por las letras fue diluyendo un poco el odio, y lo fue conviertiendo más que nada en una curiosidad.
¡Y yo que pensé que me había curado!
Hoy descubrí que elegí la carrera más difícil de todas.
Todo lo que diga ya se ha dicho antes. Nada de lo que diga se ha dicho ya antes.
Cuando a los veintiún años leí la carta de Lord Chandos me di cuenta de que ése era yo.
Llegando al final lo sigo pensando.
¿Cuánta gente de mi generación está escribiendo novelas? Los felicito y los envidio. Me gustaría abrazarlos a todos, Querido Diario, incluso a los que odio.

"Mi caso es, en resumen, el siguiente: he perdido por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa"
Hugo von Hoffmannstahl