martes, 11 de agosto de 2009

Esto es lo que se siente

Finalmente, después de años de esfuerzo, lectura, estudio arduo, burocracia, más lecturas, más estudio y mucha más burocracia, me recibí.

No le dije al profesor que ésa era mi última materia. Era un final de otra carrera, y sentí que no iba a ser tan importante para ellos, pero ahora que lo pienso, tal vez debería haberlo dicho.

La gente que rendía conmigo fue muy encantadora, como todas esas comunidades evanescentes que se crean antes de un final. Justo venía de leer un texto que hablaba sobre las comunidades liminales, ésas que se generan espontáneamente antes de algún importante ritual de pasaje, o ante la inminente llegada del fin del mundo. Hicimos chistes sobre eso (todos habíamos leido más o menos lo mismo) y nos imaginamos a nosotros mismos en taparrabos, haciendo una filita frente a la choza africana, esperando la llegada del oficiante ritual.
Mis compañeros desconocidos me felicitaron cuando me dieron la nota: solidaridad, otra de las características de la comunidad espontánea.

No más finales orales en mi vida. Sigo pensando que la facultad de Filsofía y Letras me debe un sistema nervioso central. Pensé que después de tantas experiencias iguales ya no iba a estar nerviosa, pero es imposible. Al menos ahora ya sabía qué esperaban de mí, y yo como soy muy adaptable y me acostumbro a todo, les doy justo lo que están buscando.

Me gustaría escribir un librito de autoayuda para dar finales en las carreras de mi facultad. Entre los consejos básicos incluiría, por ejemplo:

1- estudiar

2- JAMÁS decir "no sé" o "no estudié eso". Hablar, hablar, responder cualquier cosa, pero nunca hacer evidente de esa forma la ignorancia.

3- escuchar con atención las correcciones del profesor que te está tomando el final. Si uno no sabe de qué carajo está hablando, que parezca una epifanía: "claaaaaro, es ESO, ya me imaginaba", o si lo que dice el profesor nos suena de algún remoto rincón de la memoria, que parezca que estábamos a punto de decirlo: "claro! exactamente!"

4- tratar al profesor como un igual. Obviamente el evaluador nunca es tu igual, pero que al menos no sientan que tienen sentado a un insecto delante. Algunos profesores más o menos malditos se regodean en esa situación y surge en ellos el deseo de aplastar.

5- plantear alguna duda que nos haya quedado sobre alguno de los temas después de taaaan arduo estudio que hicimos. Siempre aprecian eso los profesores, es un gesto de falsa (falsísima) modestia que siempre funciona.

Yo ya no voy a rendir finales, pero tal vez a alguien le sirva.

Salí de la facultad con ganas de abrazar gente y con un poquito de ganas de llorar. Pero odio los huevos en la cabeza, así que eso no lo extrañé.

Espero que esta felicidad dure por algunos días.

6 comentarios:

Valeria dijo...

Virrr!!!
No me voy a cansar de felicitarte (bueno, por lo menos esta semana y hasta uno ratito después de que te vea).
No te das una idea cómo me hubiera servido el librito de autoayuda, más para mi último final oral, donde me sentí un insecto y Ferro se encargó de aplastarme con una cara de placer que todavía me hace poner la piel de gallina, así que, por favor: ¡Escribiloooo!
Bueno, profe, nos estamos viendo!
te quiero!!

Lupe dijo...

¡Felicitaciones, muchacha!

Me encantó tu manualcito, podría haberme venido muy bien hace unos ocho años.

Ganirivi dijo...

gracias chicas!

si, el manualcito, un poco tarde, pero como siempre en la vida, uno aprende DESPUÉS de sufrir... (ahora que me recibí me doy el lujo de ser aforística)

besos!!

mechiz dijo...

Felicitaciones!!!!
y que decirte?, pura envidia! :o)
ademas de la increible verdad sobre las comunidades espontaneas!

beso gigante!!!

Ganirivi dijo...

gracias Mechi!
los ingenieros también se solidarizan entre sí? :-)

besos!!

Clara Castillo dijo...

Felicitaciones!! y gracias por los consejos (aunque personalmente dudo que vaya a rendir algún final más en mi vida).
Saludos primaverales.