Queridos todos,
Les cuento que llegamos, después de tres películas que no pasaron por el cine, y tres comidas en bandejitas de plástico recalentado a nuestro destino: el mundo antiburgués y romántico del camping patagónico.
El primer día tardamos bastante en armar la carpa porque hacía mucho viento y el frío nos congeló un poco las manos. No esperábamos estos 5 grados en pleno enero, pero ahora por suerte el tiempo está mejorando. Yo todos los días lloro un poco. Me duele la espalda, de noche tengo frío y aunque tenía muchas ganas de ver las estrellas no aguanté más de tres minutos ahí afuera con el vientito helado. Trato de no tomar líquido una hora antes de irme a dormir, porque si tengo ganas de ir al baño de noche tengo que caminar medio kilómetro en la oscuridad total y es probable que no encuentre el camino de vuelta hasta que amanezca. Igual lo paso bien porque F*** se esmera en que me guste, y me da tanta ternura que hasta pienso que en algún momento lo voy a empezar a disfrutar.
Acá está lleno de familias numerosas enteras, con hijos de menos de diez años, que se trasladan de una punta a la otra del país para hacer en sus vacaciones todo lo mismo que hacen durante el año, pero sin heladera, sin cama y sin luz eléctrica. Me impresionan muchísimo, parecen beduinos con carpas gigantes. Tengo la sensación de que las familias de campamentistas no van en busca de excursiones o de aventura, sino que replican la misma vida que llevan en la ciudad, pero al aire libre, y reemplazando la tele por los juegos de cartas en la entrada de la carpa. Nosotros salimos temprano y volvemos a la tarde, y ellos siempre están ahí. Disfrutando de la vida silvestre. Supongo que cuando uno tiene hijos y se va de vacaciones con ellos no hay forma de que no lo siga la rutina.
También hay varios grupos de profesores de educación física, que son los reyes del campamento, porque todo lo hacen bien. Son los que primero arman la carpa, los que juntan la mejor leña y hacen el mejor fuego. Las chicas son las que más rápido se bañan y en general no le tienen miedo a ningún bicho.
Anoche comimos con un fuego que hicimos nosotros. Sentí por un momento una conexión con los primeros humanos, es realmente algo mágico el fuego. Comimos fideos con sal y tierra. Me di cuenta de lo aburguesados que estamos y me detesto por odiar el olor a humo que me queda en el pelo.
No voy a hablar de la experiencia del baño porque conservo algo de orgullo propio.
Los lugares que conocimos son muy lindos, pero todos los que me dijeron que eran espectaculares estaban mintiendo. Nos gustaron los lagos, pero son todos muy parecidos entre sí.
Es obvio que tomé frío porque al cuarto día me resfrié y la fiebre me duró casi una semana. Tuvimos que ir a un hotel por cuatro días porque no paraba de llover y se nos había roto la carpa. Nos salió caro. Todos los hostels están llenos y no hay muchas opciones. Compramos un montón de comida y chocolate y F*** me hizo una sopa con el calentador de agua que usamos en la carpa. Nos metimos en la cama y ahí nos quedamos, durante cuatro días, comiendo y viendo una película tras otra en cable hasta que a mí me bajara la fiebre.
Estamos conversando la posibilidad de ir a Brasil para el año que viene.
Besos a todos, les mando una foto del camping:
2 comentarios:
Genial amiga, me gusta mucho tu carta!
Besos
Gracias Vale, leyéndola parece que hubiera tenido unas vacaciones horrendas.. jaja no lo pasé tan mal la verdad.
Beso!
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