sábado, 19 de mayo de 2007

Opinión de fan (todo personal, eh)

Dos versiones: una buena, la otra no.

La primera, la definitiva y mejor versión fílmica de Orgullo y Prejuicio es la mini serie de 1995 con Colin Firth que emitió la BBC en seis episodios de una hora.

La segunda es la película con Keira Knightley (que tiene apellido austeniano, tal vez habría funcionado mejor como Emma...) en la que la steady-cam nos muestra entera la casa de los Bennett desde afuera. (¿A quién le importa?)

Bingley es un colorado nabo y el el padre de Elizabeth parece más un personaje de Dickens -de esos que están en bancarrota y tienen que casar a su hija con un viejo horrible- que el gentleman inteligente que es en el libro.

Lo que quisieron hacer con esta versión parece un remix de Jane Austen con un filtro hermanas Brontë. Un raro caso en el que la tele le rompe el culo al cine. Algunas observaciones y aclaraciones de por qué el rotundo NO a la versión largometraje:

  • Esa escena de Lizzie y Darcy en el campo ¿¡en pijama?!
  • Todas las tomas del rudo paisaje natural inglés de fines del XVIII (de nuevo, ¿a quién le importa?)
  • La actriz norteamericana que hace de Lydia Bennett
  • El padre de Elizabeth y su falta aparente de higiene
  • El final sin escena de matrimonio (¡una película de Jane Ausuten NO PUEDE terminar sin matrimonio!)
  • Los vestidos. Dice el director que les bajaron un poco la cintura porque usaron la moda de 1797 (fecha del primer borrador de la novela) y no la de 1813 (fecha de publicación de la novela) ...pffffffff
  • El flequillo pegajoso de Keira
  • La casa de los Bennett llena de ¿¡gallinas?!, ¿¡pollos?!, ¿¡chanchos?!
  • Todo ese realismo
  • Toda esa pasión
  • etc

Algunas cosas son buenas, hay que reconocerlas, como la actriz que hace de Jane Bennett, Brenda Blethyn como la madre de las chicas, la actuación de Judi Dench y la amiga de Elizabeth que es bien fea y es mucho más claro por qué a los treinta se tiene que casar sí o sí en ese mundo cruel en el que vivían las mujeres.

Todos mis comentarios son puramente subjetivos. No me gustó, ¿se nota? Si querían hacer una versión actual, que hicieran algo como Clueless que era una versión adolescente de Emma que estaba bastante divertida:


Otra que está buena también es la versión Bollywood Bride and Prejudice que es una adaptación musical donde todos cantan y es muy linda de ver. Objeción: Mr. Darcy es norteamericano y bastante nabo.


Y una cosa más sobre las dos versiones (TV y cine). Cuando terminó la filmación de la mini serie los actores que hacían de Lizzie y Darcy empezaron a salir. Y cuando terminó la filmación de la película Keira empezó a salir con el actor que hacía de... Wickham.






Extra: En este blog un artículo buenísimo sobre las heroínas austenianas y qué trabajos tendrían si vivieran hoy

miércoles, 16 de mayo de 2007

La música inmóvil



Él canta, y en medio de una canción que ya escuchamos muchas veces, el tiempo se detiene –él lo hace detener- y la música, que casi es puro tiempo si no fuera porque alguien la toca, se vuelve inmóvil, y con ella los dedos que pulsan cuerdas y los labios que soplan metales y las manos que descansan sobre teclas. Y durante esos segundos irreales, en los que solamente él y nosotros existimos, como los únicos personajes de una película que no se paralizaron cuando apretamos pausa, imposibles, hablamos sobre la entropía, la vejez y la muerte, y sobre cómo sería mejor para el universo que no sucediera nada más. Y nunca un momento musical fue tan hermoso y tan significativo como esa vez en silencio en un teatro lleno de gente.
En unos momentos los músicos volverán a tocar y él a cantar, y nosotros a escuchar. Y en unas horas volveremos a casa a vivir el resto de nuestra vida sintiendo que una noche durante unos segundos estuvimos fuera del tiempo, porque la música se detuvo, y con ella el mundo entero. Los músicos deberán seguir tocando hasta el final: hasta que muera de agotamiento el último de los bailarines, hasta que el tiempo se acabe y por eso las notas ya no puedan existir más que unas sobre otras, en un acorde monstruoso y final en el que todos vamos a encontrar la cara
que
teníamos
antes de que
nuestra madre
y
nuestro padre
se hubieran
conocido. *

domingo, 13 de mayo de 2007

Lost in Translation: el idioma de los bebés

Situación: almuerzo en un restaurante con mi tía Lupita y su hija Jime.

Después de comer, y mientras Lupe pagaba la cuenta, yo llevé a mi primita a caminar un poco entre las mesas, porque los bebés, si no se mueven, lloran o rompen platos. Pasamos al lado de una pareja que tenía un nene más o menos de la misma edad que Jime. Los bebés cuando se encuentran se comportan un poco como los perritos, se observan, se examinan y a veces se tocan un poco. Después de un rato de este intercambio silencioso entre ellos en el que mi primita hacía suyos los juguetes del otro, la mamá del nene pregunta, dirigiéndose a ella:

-¡Qué linda! ¿Cómo te llamás?

(Nota1: Jimena tiene, en ese momento, un año y cinco meses. Puede decir mamá, papá, mococa y algunas cosas más. Es obvio que no puede reconocer una pregunta y por consiguiente, tampoco responderla.
Nota2: Yo no tengo hijos y no estoy muy familiarizada con el lenguaje mamá-bebé)

(silencio)

-Él se llama x , ¿vos cómo te llamás?

(silencio)

...

Jime y yo decimos chau y salimos del lugar con mi tía.

Siempre me río cuando me acuerdo de esto. La mujer debe haber pensado que yo era idiota o algo parecido. Qué poco sentido común el mío. Aunque ¿cómo podía saber que era yo la que tenía que responder?
Ahora ya sé que las madres se comunican entre ellas muy a través de sus hijos, como cuando los nenes les cuentan cosas a los títeres.

viernes, 11 de mayo de 2007

Recomendación

Si Cha Cha Cha y Alicia en el País de las Maravillas copularan y tuvieran un hijo, sería definitivamente éste:



Ofrezco copias pirata para las personas que quieran verla.

jueves, 10 de mayo de 2007

La educación genética


(o Turning Japanese)

Sucede que por alguna extraña razón biológica todavía desconocida para mí, se manifiesta en mi comportamiento una costumbre típicamente japonesa, a pesar de que mi contacto con la cultura nipona -por lo menos hasta los veinte años- fue siempre bastante pobre :

Pasa que no puedo escuchar hablar a alguien sin asentir -al menos una vez- con la cabeza. No importa si estoy de acuerdo o no con lo que la persona está diciendo, yo siento que tengo que asentir, aunque sea solamente como gesto cooperativo en la conversación. A veces mi conciencia sobre mis propias reacciones corporales es tan fuerte que intento controlarlas con todas mis fuerzas: muchas veces, en clase, por ejemplo, hice una pregunta e intenté no asentir durante la respuesta del profesor (¡no muevas la cabeza! ¡no muevas la cabeza!) Para hacer eso tengo que poner toda mi atención en el cuerpo, mientras que lo otro es natural como mirar o respirar. Si lo pienso bien todo ese esfuerzo es bastante inútil, porque ¿por qué quiero deshacerme de esta costumbre?
Cuando iba al colegio, o ahora, en la facultad, observo a mis compañeros cuando hacen una pregunta y veo que no asienten mientras el profesor les responde... ¡¿cómo hacen?! Parecen más controlados, más cool incluso.

De verdad nunca tuve mucho contacto con la comunidad japonesa aunque no me detuve a observar cómo reacciona mi familia paterna en un situaciones parecidas.
Hace un tiempo tenía examen oral de japonés y estaba nerviosa. Una amiga para darme ánimo me dijo que aunque no estudiara iba a aprobar igual, porque lo llevaba "en la sangre"... sangre, educación... cuando era chica me ponía cinta scotch en los ojos.
Antes en japón a los hijos de japoneses con "otros" (no japos) les decían Ainoko ("hijos del amor") pero ahora no se usa más, porque aparentemente todos somos hijos del amor. Ahora les dicen hafu (de "half", personas "mitad") Yo ni eso soy; es confusa la matemática genética.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Abre la tiendita

Bueno, lo abrí!
Si tardaba era porque no me decidía por el color de fondo, y después de probar toda la gama de los rojos y los violetas, me quedé con este celestito pálido... casi como un cuadernito pero sin renglones.