O La geografía urbana está dividiendo a mis amigos
Tengo un grupo de amigos heterogéneo compuesto por siete personas que viven en los cuatro puntos cardinales de la ciudad. En sentido horario, empezando desde el norte: San Andrés, Palermo, Parque Patricios, Parque Avellaneda, Flores.
La discusión es siempre la misma, juntémonos en un lugar que nos quede bien a todos. Las disquisiciones sobre el transporte y el espacio-tiempo que nos separan son interminables y nunca, nunca se resuelven.
Esta vez, F. propuso que nos reuniéramos en Caballito o Flores, lugares estratégicos, más o menos equidistantes de todas nuestras casas.
Acá abajo, N. -habitante de Parque Avellaneda- hace la defensa del no-sedentarismo y el extrañamiento:
"Disiento.
A mi también me quedan cerca. De hecho, me queda tan cerca que voy todo el tiempo.
Es más! Puedo nombrar todos y cada uno de los locales que hay sobre las dos manos de Rivadavia desde Lacarra hasta Avenida La Plata y recitar al pie de la letra el texto exacto del total de los menús que han usado en los últimos 10 años y puedo afirmar, sin lugar a duda, que a estas alturas no hay uno solo que me excite pero ni un poco.
Capaz solamente sea el rigor de la rutina hablando, pero lo digo y lo repito: Flores apesta.
Puede que Plaza Italia también apeste, pero al menos es una peste a la que no estoy acostumbrado.
Cuando pase por ahí podré afirmar: "Oh, pero que peste más exótica y pintoresca!" y, tal vez, comprarme un rosario hecho con carozos de aceituna provenientes de pizzerías diferentes a Tomatito's y Pietra Due.
Serán estos carozos mejores a los nuestros? Nah, solamente serán distintos. Pero yo los quiero.
Quiero perderme por calles con nombres que, de otro modo, nunca habría leído. Quiero tomarme colectivos que no doblen en Alberdi. Quiero entrar a bares con televisores sintonizados en canales extraños, reírme de palabras que los paisanos de turno consideren cotidianas y voltearme a ver mujeres que normalmente no estarían en mi mismo plano astral.
Anhelo dejar de respirar por unas horas el ocre aire de mi bienamado Parque Avellaneda para poder así respirar otros aires ocres, más sofisticados o, aunque sea, con menos sabor a "todoelrestodemivida".Escuché "Queda lejos"? Vaaaaaaaaaamos. .. O sea, el caribe queda lejos y quiero ir igual. Si quisiera restringir mi existencia a un radio de 10 cuadras jugaría a las bochas con los viejos de mierda del parque, comería en La Continental hasta que me agarrase una embolia y me casaría con un playero de la Shell. Con suerte moriría antes de llegar a los 30 por no querer irme hasta el hospital que queda muy contramano.
Aparte, todo bien, pero mi plan original era ir al Malba por la sencilla razón de que quería ir al Malba y no creo que nadie me lo arrime hasta Avenida del Trabajo*. Además, estoy seguro de que algún día va a pasar algo interesante a más de un kilómetro de acá y voy a querer estar ahí. Mejor ir practicando.
A ponerle onda, que la vida sedentaria hace daño.
N.
(Dejá Flores, volvé al paco)"
*N de la B: Avenida del Trabajo es Avenida Eva Perón para los no-gorilas
2 comentarios:
Hay que moverse! es así y no hay vueltas que darle, más si uno quiere ver a sus amigos cambiar de aire podrido y esas cosas. Y lo digo con conocimiento de causa, ya que vivo más arriba de un colectivo que en tierra firme.
Besotes y nos vemos!!!
Usted sí habla con conocimiento de causa... dama de los colectivos.
es verdad, hay que moverse.
beso!
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