sábado, 20 de marzo de 2010

Vacaciones

Queridos todos,


Les cuento que llegamos, después de tres películas que no pasaron por el cine, y tres comidas en bandejitas de plástico recalentado a nuestro destino: el mundo antiburgués y romántico del camping patagónico.
El primer día tardamos bastante en armar la carpa porque hacía mucho viento y el frío nos congeló un poco las manos. No esperábamos estos 5 grados en pleno enero, pero ahora por suerte el tiempo está mejorando. Yo todos los días lloro un poco. Me duele la espalda, de noche tengo frío y aunque tenía muchas ganas de ver las estrellas no aguanté más de tres minutos ahí afuera con el vientito helado. Trato de no tomar líquido una hora antes de irme a dormir, porque si tengo ganas de ir al baño de noche tengo que caminar medio kilómetro en la oscuridad total y es probable que no encuentre el camino de vuelta hasta que amanezca. Igual lo paso bien porque F*** se esmera en que me guste, y me da tanta ternura que hasta pienso que en algún momento lo voy a empezar a disfrutar.
Acá está lleno de familias numerosas enteras, con hijos de menos de diez años, que se trasladan de una punta a la otra del país para hacer en sus vacaciones todo lo mismo que hacen durante el año, pero sin heladera, sin cama y sin luz eléctrica. Me impresionan muchísimo, parecen beduinos con carpas gigantes. Tengo la sensación de que las familias de campamentistas no van en busca de excursiones o de aventura, sino que replican la misma vida que llevan en la ciudad, pero al aire libre, y reemplazando la tele por los juegos de cartas en la entrada de la carpa. Nosotros salimos temprano y volvemos a la tarde, y ellos siempre están ahí. Disfrutando de la vida silvestre. Supongo que cuando uno tiene hijos y se va de vacaciones con ellos no hay forma de que no lo siga la rutina.
También hay varios grupos de profesores de educación física, que son los reyes del campamento, porque todo lo hacen bien. Son los que primero arman la carpa, los que juntan la mejor leña y hacen el mejor fuego. Las chicas son las que más rápido se bañan y en general no le tienen miedo a ningún bicho.
Anoche comimos con un fuego que hicimos nosotros. Sentí por un momento una conexión con los primeros humanos, es realmente algo mágico el fuego. Comimos fideos con sal y tierra. Me di cuenta de lo aburguesados que estamos y me detesto por odiar el olor a humo que me queda en el pelo.
No voy a hablar de la experiencia del baño porque conservo algo de orgullo propio.
Los lugares que conocimos son muy lindos, pero todos los que me dijeron que eran espectaculares estaban mintiendo. Nos gustaron los lagos, pero son todos muy parecidos entre sí.
Es obvio que tomé frío porque al cuarto día me resfrié y la fiebre me duró casi una semana. Tuvimos que ir a un hotel por cuatro días porque no paraba de llover y se nos había roto la carpa. Nos salió caro. Todos los hostels están llenos y no hay muchas opciones. Compramos un montón de comida y chocolate y F*** me hizo una sopa con el calentador de agua que usamos en la carpa. Nos metimos en la cama y ahí nos quedamos, durante cuatro días, comiendo y viendo una película tras otra en cable hasta que a mí me bajara la fiebre.
Estamos conversando la posibilidad de ir a Brasil para el año que viene.

Besos a todos, les mando una foto del camping:




lunes, 15 de marzo de 2010

Gran futuro para este chico

Sir Bad y el caso de la muerte del Jipi, por Thomas (11 años)





Del blog de Siempre de viaje y el taller de Cecilia

Las olas, el viento y la sala de cine

Las vueltas de la vida me llevaron la semana pasada al festival de cine Pantalla Pinamar, en la costera ciudad de las piñas y el veraneo de los ricos (aquellos que no son tan ricos o tan faranduleros como para ir a Punta del Este)

Además de las cosas de trabajo (ejem) que tenía que hacer tuve tiempo para ver dos pelis:




London River, que es buenísima, y de la que se podría decir mucho. Trabaja Brenda Blethyn haciendo de inglesa de clase media, que le sale genial, y un actor africano alto como un árbol que conmueve con una actuación tan despojada que si no hubiera visto esta foto en la que se está riendo, hubiera pensado que el oso de plata a mejor actor que le dieron en Berlín era una injusticia... ¡si el tipo no está actuando!
Pero sí, estaba actuando. Bien merecido el Oso.

También vi ésta:



Me entusiasmé con que fuera una nueva versión del clásico Los Monstruos y además estaba el director, que podía llegar a decir algo interesante. No sé si hay mucho para decir, a mí personalmente me decepcionó. Conserva el mismo formato que las anteriores, de varios episodios cortos y de los 16 algunos son buenos. Hay pequeños homenajes ocultos a las otras dos películas, pero le falta algo. Encanto.
Vendría a ser el equivalente italiano de Esperando la carroza 2.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Blog caníbal

Después de considerar comernos a Borges y visto que este blog se está volviendo antropofágico, me puse a reflexionar y llegué a la conclusión de que la patrifagia, si tal palabra existe, es metafóricamente una de las actividades preferidas de los escritores, que se comen sistemáticamente a sus padres ilustres.

Todos comemos de alguien y algunos talentosos tienen la suerte de expulsar alguna cosa buena, de consistencia novedosa y de valor.

Como estas metáforas me están empezando a dar asco, sólo quiero decir que me emociona profundamente la llegada de este nuevo libro a la vida literaria:


Pride and Prejudice and Zombies



No puedo imaginarme cómo Orgullo y Prejuicio puede combinar con zombies comedores de cerebros, pero aunque los muertos vivos siempre me dieron miedo, me gustaría mucho leerla. Más que nada porque soy una consumidora voraz de todo lo que tenga que ver con Jane Austen: desde las brillantes adaptaciones de la BBC con guiones de Andrew Davies, las no tan brillantes de ITV (excepto Lost in Austen que es fantástica!), las chotas películas con Keira Nightley, las versiones Hollywood como Clueless o la (mucho peor) The Jane Austen Book Club, las versiones Bollywood hasta bueno, ésta con zombies.

Si alguien quiere regalarmela, la venden en KEL a 71 pesos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Una prueba más de la heterogeneidad constitutiva de este blog

(Y si tuviera un twitter tal vez lo pondría ahí)

Leo: "Lo cierto es que Borges estaba delicado de salud; tenía cáncer de hígado y en enero fue hospitalizado durante 22 días". Siento instantáneas y grotescas ganas de comer galletitas con paté.
Soy un monstruo.

sábado, 13 de febrero de 2010

Regalo de San Valentín

Reflexión rimada sobre la incidencia de los medios audiovisuales en nuestro comportamiento sexual


Siento que una cosa es verdadera:
la gente sin televisor
hacía el amor
de otra manera



Foto: 9gag.com

miércoles, 3 de febrero de 2010

Toilet Trauma

En una escena de su fantástica novela Estupor y temblores, Amélie Nothomb cuenta cómo recibe miradas de puro odio de su jefa japonesa cuando, con su sentido común occidental, ella la sigue para consolarla durante un ataque de llanto, y la ve sonándose la nariz.

La mujer japonesa, aun hoy, no se deja ver ni oír emitiendo fluido corporal alguno. Tal es el temor de las mujeres a ser sorprendidas por otro ser vivo en algún acto fisiológico (llorar?!) que la mente nipona ha inventado uno de los artefactos más ingeniosos pensados exclusivamente para la paranoia de la dama:





Otohime: un aparatito que al apretar el botón hace el mismo ruido del botón del inodoro. Porque aparentemente durante la estadía en el toilette las chicas para tapar cualquier ruido vergonzante apretaban tanto el botón que se producía un gasto enorme de agua. En los baños privados y públicos de Japón, según se cuenta, hay de estos aparatos con sonidos a elección: música, lluvia, olas de mar, etcétera.
La diferencia con el aparatito éste es que es portátil y sirve para llevar a lugares en los que tal vez no haya uno instalado en la pared (cuando viajan, supongo).

Yo pienso comprarme uno cuando vaya a Japón, y ya estuve pensando que además de la función original vendría muy bien usarlo en reuniones de amigos cuando alguien cuente un chiste muy malo o apretarlo al azar mientras hablamos por teléfono para un efecto sorpresa.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

USTED está muerto

(o Pistas de que ya no se es tan joven III)

Si son amantes de la observación lingüística habrán notado que ya casi nadie se trata de usted. Eso es esperable entre gente joven y de la misma edad, pero muy extraño cuando la informalidad de registro se observa en todos los cortes, verticales y horizontales, de la sociedad.

¡Es el cambio lingüístico!, dirán, y tendrán razón, pero no deja de ser sorprendente cuando uno es testigo directo de él.

Ejemplo:
Parada de colectivo, Ciudad de Buenos Aires
Participantes: Chica de 20 años aprox, Senora de 80 años aprox.
La chica le pregunta a la señora: -tenés hora?

Los devenires del habla están más allá de todo juicio de valor, y en todo caso habría que analizar los cambios y tal vez descubrir tendencias y hacer estadísticas. Pero será que me muevo en un ambiente demasiado formal últimamente, o que se confirman mis sospechas y realmente soy una señora del siglo XIX atrapada en este segundo milenio, pero yo, un poco, extraño la formalidad.

El otro día fui a la farmacia a comprar un remedio muy serio para alguien y los dos jóvenes farmacéuticos se estaban riendo y golpeando amistosamente como mis compañeros de banco en el recreo largo. Hace poco fui al oculista, y el profesional, de aproximadamente mi edad, me tiró una frase del tipo "estás al horno".

No quiero que me traten de usted, porque eso me haría sentir vieja, como cuando los empleados de McDonald´s me dicen "señora", pero creo que habría que analizar por qué la formalidad es un anti valor, o una rareza.

En mi opinión, hablar de usted, hoy, es todo un acto de ternura. Casi tan tierno y anacrónico como un compañero que iba a cursar al CBC con maletín o los viejos que todavía usan pañuelo de tela.